Las
mujeres del siglo XVIII solían llevar el cabello largo durante
toda su vida. Para llevarlo más cómodo y como la
higiene en esa época no era muy frecuente, lo peinaban
recogiéndolo por medio de trenzas o moños. Por la
dificultad del peinado era frecuente que las mujeres se ayudaran entre ellas para su realización.
Existían
distintas variantes de peinado pero vamos a fijarnos en el que se considera más típico y es el que actualmente se
utiliza.
La
frente se llevaba despejada con la raya en medio y un moño en
la parte de atrás. Para la realización de ese moño
se dividía el pelo con una raya longitudinal, o sin ella con
todo el pelo hacía atrás. Con
todo el cabello restante se hacía una cola y se dividía el pelo de la cola en dos
porciones de mallas y dos trenzas formadas cada una de ellas por tres
mallas.
Encima de la cola se colocaba la aguja y se enroscaba el pelo
de las dos mallas sueltas formando una especie de ocho. Después
se ponían las dos trenzas envolviendo el ocho, una trenza a
cada lado. Este moño plano y grande se conoce como pataca o pataqueta por su forma.
A
mediados del siglo XIX surge la moda del peinado a tres bandas que
consistía en distribuir el cabello en tres zonas. Una raya en
medio de la cabeza y otra transversal de oreja a oreja
formando una especie de T. Con esta distribución había
tres porciones de pelo, dos a cada lado de la cabeza encima de la
oreja y otra más grande el la parte de atrás para
realizar el moño anteriormente nombrado.
Con
el pelo situado a los lados de la cabeza se efectuaba el típico
rodete enroscado en forma de caracol tapando las orejas.
Para
llevar a cabo este peinado se utilizaban aparte de ganchos y
horquillas unas piezas que ayudaban a su elaboración como son
la aguja y los pinchos o rascamonyos. Así como la pieza más
representativa que es la peineta o pinta.
De todas estás
piezas por su importancia hablaremos de forma detallada más
adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario